Aunque aparentemente parecía tranquilo, Javi enmascaró sus nervios bromeando y riendo. Sabía que era el día que tanto había soñado. Fui testigo de todas esas sensaciones. Cuando llegó a la Iglesia estaba tan emocionado que no pudo contener las lágrimas. Ni yo tampoco. Se me sigue haciendo un nudo en el estómago cada vez que veo el amor en estado puro y no puedo hacer más que retratarlo. Cada día me gusta más lo que hago.